El significado político de las elecciones primarias en Chile no debe ser visto como el triunfo de un partido, tampoco como el de la coalición, sino como la posibilidad cierta de, ganar las próximas elecciones en noviembre (parlamentarias y primera vuelta presidencial) y diciembre (segunda vuelta).
Es la grata ofrenda que la ciudadanía ofreció al progresismo, y los liderazgos de la coalición deben recibirlo con humildad y generosidad, desechando cualquier atisbo de soberbia, dando vuelta la página, olvidando los desencuentros ocurridos en la campaña, y, como dijo la candidata triunfadora, "juntando todas las manos en un abrazo de todos".
Ese abrazo se debe refrendar en el agotamiento de los esfuerzos por llegar a la inscripción de una lista única parlamentaria.
Para lograr aquello, ayudaría la congelación de la militancia de la candidata, y aunque hay señales anunciando que ello ocurriría, la decisión la debe tomar ella.
El camino a seguir, lo sabemos, es cuesta arriba, y no admite errores, los poderosos enemigos están al asecho y no los perdonarán.
Articulada la unidad, los pasos que vienen son abrir la coalición ampliándola a todos quienes compartan sus principios y objetivos de corto plazo.
En este ámbito la decisión de la democracia cristiana de incorporarse a la alianza, de tomarse a fines de agosto en la convención anunciada, provocaría un antes y un después generando una gran impulso a la campaña.
Por el lado de la izquierda, la incorporación a la campaña de partidos en formación, movimientos, y grupos sociales a lo largo del país ya se había evidenciado antes de la elección.
Posteriormente su número se ha multiplicado, fortaleciendo las espaldas del conglomerado con la ampliación de la base política y social de la plataforma que respalda a la candidata y su propuesta de país
Es testimonio de aquello también las comunicaciones que han revelado recibir los miembros del comando nacional, de grupos que espontáneamente se organizan y solicitan instrucciones para incorporarse a los actos de campaña a través de todo el país.
El primero de estos actos es, por cierto participar en el proceso democrático de enriquecimiento del programa, el cual debe recoger desde las demandas aún pendientes del estallido a los objetivos que un parlamento minoritario impidió cumplir al actual Gobierno.
Todo ello resumido en cuatro o cinco ideas fuerzas, simples, alejadas y desprovistas de cualquier borrachera ideológica, con las que la lidereza nacida en Conchalí sabrá llegar y encantar al Chile profundo.
Mientras en la vereda del frente, el error cometido de desechar las primarias encontrará a los candidatos y las organizaciones políticas que le dan respaldo, disputando la hegemonía y el derecho a disputar el balotaje en la recta final de la carrera.
Y con menos de 30 días para curar las heridas.
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