La
matanza de la Plaza de Tlatelolco es uno de los fenómenos más enigmáticos,
siniestros y oscuros que registra la historia universal donde jóvenes
estudiantes han estado involucrados.
Después de ocurrido el fenómeno el Gobierno apelando a la censura y todos los
instrumentos de control de información que dispone aplica un eficiente
dispositivo que tiende un manto de silencio que hizo desaparecer por 25 años
Tlatelolco de la historia de México. Sólo quienes estuvieron allí y
sobrevivieron como testigos de la matanza se atrevieron a describir el hecho
utilizando frases como:”Tlatelolco era un reguero de sangre”, “a montones los
muertos eran subidos en camiones y trasladados quien sabe dónde”. Nunca se
sabrá cuantos manifestantes fueron sacados de la plaza para ser arrestados y
cuantos fueron asesinados.
Después
de ese fatídico 2 de octubre de 1968, el Gobierno de México reconoció la
existencia de 1.500 manifestantes
detenidos y conducidos a un campamento militar y 30 muertos conducidos en
vehículos de guerra y sepultados en fosas comunes. Para las agencias
extranjeras los muertos fueron más de 300. Muchos desaparecen ese día y de
ellos nunca se sabrá ni se hablará hasta 25 años después.
Antes
que fuera impuesta la censura los medios informaban la existencia en México de
una efervescencia estudiantil que no era diferente a la que se expresaba
durante los años 60 en las principales
ciudades de mundo con presencia de universidades, incluyendo Madrid,
Barcelona, Berkeley, Boston o Santiago. Las causas de esa efervescencia eran
también las mismas, en el contexto internacional la amenaza de quiebre de la
paz mundial que provocaba la profundización de la guerra de Viet Nam, en el
plano nacional el impacto social de las crisis cada vez más recurrentes
asociadas al desarrollo capitalista, y en el plano universitario las demandas
democratizadoras, las mismas del “Grito de Córdoba”, algunas de las cuales, aún
permanecían sin respuesta en la mayoría de las universidades latinoamericanas y
por ello estaban plenamente vigentes.
Las
escaramuzas que dieron origen a la
revuelta del año 68 y concluyen con la matanza de Tlatelolco tienen
entre sus antecedentes las diferentes movilizaciones estudiantiles que se suceden en el campus de la Universidad
Nacional Autónoma de México desde el 22 de Julio de aquel año. Durante los dos
meses siguientes los disturbios alcanzan cada vez más violencia incluyendo
asaltos a locales comerciales e instituciones púbicas. La presencia de 150 mil
estudiantes movilizados liderados por un Comité Nacional de Huelga concluye con
más de 500 estudiantes detenidos el 18 de septiembre. La escalada
del conflicto amenazaba con
opacar las olimpíadas a desarrollarse el mes siguiente en el D.F. Para evitar
aquello el presidente Gustavo Díaz
Ordaz da una respuesta a la plataforma levantada por los estudiantes
cuya demanda principal estaba centrada en la autonomía universitaria.
Sin
lograrse una solución inmediata, se abre un período de negociaciones en el
curso del cual el movimiento se radicaliza aún más prolongándose hasta el 2 de Octubre, cuando se convoca a un gigantesco mitin de
protesta en la plaza de las Tres culturas o de Tlatelolco. Al mitin asisten
15.000 personas. Un helicóptero lanza una bengala cuando los movilizados
permanecen concentrados en la plaza. Un disparo desde un edificio alcanza, sin
matarle, al general José Hernández Toledo. La plaza es sitiada por soldados y
policías que tenían rodeado el recinto. “Lo milagroso era escapar con vida”
confesaron posteriormente los manifestantes. Cientos de ellos mueren algunos por disparos y otros
a golpe de bayoneta. La explicación dada
por el Gobierno fue “los militares respondieron al fuego que ellos recibieron”.
Cuando
se levanta la censura comienzan a publicarse pequeños “papers” resultantes del
trabajo investigativo desarrollado de manera clandestina por algunos valientes
historiadores que enfrentaron las directrices del gobierno y con una técnica de
recuperación de memoria intentaron registrar testimonialmente el fenómeno. Ello
estimuló a otros cientistas sociales a realizar nuevos esfuerzos de
investigación consultando fuentes documentales develadas después de dos
décadas que daban nuevas luces sobre la
verdad ocurrida ese 2 de Octubre en la Plaza de Las Tres Culturas. Producto de
aquello se develó la acción de miembros de un comando ultraderechista que,
influenciados y penetrados por la CIA, provocaron los hechos que desencadenaron
la masacre.
La
hipótesis del complot ultraderechista se confirmó y oficializó en octubre de
1997, cuando el congreso mexicano formó
un comité para investigar la masacre de Tlatelolco. El comité tomó testimonio a
varios testigos, activistas y políticos involucrados, incluyendo al ex
presidente de México Luis Echeverría Álvarez (quien en aquella época era
Secretario de Gobernación) el que admitió que los estudiantes estaban
desarmados y también sugirió que la acción militar fue previamente planificada.
En octubre de 2003 (35 años después de la masacre), cuando el National Security
Archive de la Universidad George Washington publicó documentos desclasificados de la CIA, el
Pentágono, el Departamento de Estado, el FBI y la Casa Blanca, se develó la
participación del gobierno los Estados Unidos en la planificación de la masacre.
Hoy se sabe que la matanza de Tlatelolco fue
provocada por una acción concertada y planificada por agentes estadounidenses
que habían penetrado un comando de orientación fascista del PRI (partido de
Gobierno), conocido con el nombre De La Lux, uno de cuyos miembros dispara
desde la azotea de un edificio localizado en las inmediaciones de la plaza
hiriendo en un brazo al general José Hernández Toledo mientras otro desde un
helicóptero que sobrevuela la plaza lanza la bengala que según habían sido
“dateados” era la señal que recibirían los soldados para disparar. Si bien la
matanza consiguió que los juegos olímpicos de 1968 que se iniciaron en México
algunos días después se desarrollaran en un ambiente de relativa tranquilidad
social, la efervescencia en las universidades de Estados Unidos tuvieron al año
siguiente sus más violentas manifestaciones en Ohio, Detroit y Chicago,
incluyendo una decena manifestantes muertos.
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