La inclusión del Partido Comunista en
la alianza que asumirá el Gobierno en Chile el año 2014, es tal vez el fenómeno
político más interesante que se producirá con el ascenso al poder de la
denominada Nueva a Mayoría.
Si ocurre aquello, es la tercera vez
que ello se produce en el Chile Republicano. En las dos anteriores la
experiencia concluye con quiebres del sistema democrático. La instauración de “La
Ley Maldita” en el primer caso y el golpe fascista de Pinochet en el segundo.
Aquello ¿es sólo coincidencia? ¿Le
cupo a esta colectividad política alguna
responsabilidad en la ocurrencia de ambos sucesos? ¿Qué condiciones deben dase
para que un partido de naturaleza revolucionaria se inserte “armoniosamente” en
un sistema político como el adoptado en Chile (en los períodos de la vida republicana a que nos
referimos) sin renunciar a su condición de tal ni provocar crisis traumáticas?
Son éstas algunas de las dudas
respecto de cuyas respuestas me propongo dar luces a partir del estudio de lo
que ha sido el comportamiento y las conductas de esa colectividad política
frente a los principales sucesos sociales, políticos, culturales y económicos
que le correspondió enfrentar.
La característica principal que se da
en esta oportunidad es que por primera vez la alianza en que se inserta contará
también con la presencia en su interior del Partido Demócrata Cristiano.
Si bien la confluencia de ambos
partidos en una alianza de gobierno es una experiencia inédita, no lo es en la
trayectoria histórica que transitan ambos conglomerados políticos en la
construcción del Chile Republicano.
Se dio antes en sucesos tan
significativos como la reforma agraria, la chilenización y nacionalización del
cobre; el desarrollo del movimiento obrero, campesino y vecinal y la
construcción de los cuerpos legales que lo viabilizaron; la elección de
Salvador Allende en el Congreso, y de Patricio Aylwin, Ricardo Lagos, y
Michelle Bachelet en las urnas; así como en algunos de los eventos más
significativos que en el ámbito de la sociedad civil configuraron la
resistencia a la dictadura de Pinochet, y en menor medida en la posterior
refundación democrática del país .
La revisión de los sucesos que
configuran ambas trayectorias son, por ello un factor clave de análisis para,
por un lado, soslayar los potenciales episodios traumáticos, y por la otra,
perfilar en su reemplazo una relación marcada por la armonía.
La tesis desarrollada en el
estudio es que la relación entre ambas
colectividades políticas marcada por una lógica de convergencia se produce por cuanto estos episodios y trasformaciones
sociales, políticas y económicas, se enmarcaron, por un lado, en el llamado
modelo de “economía del bienestar” y, por el otro, en el también llamado “Estado de compromiso” que, por una parte, la
viabilizó, y por la otra; su complementaria implementación provocaron un
proceso creciente de democratización e inclusión de sectores cada vez más
extensos a la vida social, cultural, económica y política del país.
El horizonte del proyecto país que
bosqueja el debate producido al interior de la Nueva Mayoría, que hasta ahora
se ha hecho público, transparenta la confirmación del agotamiento del llamado
“modelo neoliberal de desarrollo” y la aspiración a sentar las bases de otro
que a falta de un nombre más explícito
llamaré “modelo de economía del bienestar 2.0”, enmarcado en un “ajornamiento”
del sistema político (modificaciones a la Constitución incluidas) marcado por
las transformaciones que apuntan a la incorporación de nuevos sectores a la
cultura, la sociedad, la política y por sobre todo al reparto más equitativo de
la riqueza que el país es capaz de generar; que a falta de otro nombre más
pulcro llamaré “Estado de Compromiso·2.0”
Mientras las transformaciones que
apunten en la dirección arriba establecida se implementen verdaderamente y los
parámetros para enmarcar tales transformaciones no rebasen los límites por
ellos establecidos, pienso que la armonía prevalecerá frente al conflicto, al
menos en la relación de los sujetos que confluyen en la alianza política, en
especial los partidos democratacristiano y comunista.
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