Cada constitución tiene su propio pecado de origen. El de la constitución de Pinochet fue el crear las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales para viabilizar la instalación del modelo neoliberal y hacerlas permanecer tanto tiempo como fuera posible.
El pecado de la constitución actualmente en elaboración será el crear las condiciones para cerrar el ciclo neoliberal en el país, y crear las condiciones para instalar una nueva forma de acumulación capitalista que aún no sabemos las características que tendrá, porque tenemos el “privilegio” de ser los pioneros en el mundo en la materia.
Sólo de manera general sabemos que el Estado tendrá un rol más protagónico, con lo cual se crearán las condiciones para lograr mayores estándares de justicia social, y garantizar de mejor forma los propios derechos sociales, además de la generación de las condiciones requeridas para saldar deudas históricas que anteceden incluso al propio capitalismo.
Eso no es posible conseguir con la constitución de Pinochet, (corregida entre otros por Lagos) por ello sus más férreos defensores la han declarado por muerta. Los vientos de la historia van en otra dirección.
Cabe preguntar entonces ¿qué es lo que se juega en la próxima elección del 4 de septiembre?
Lo que se juega es si el proceso constituyente continúa su trayectoria como estaba previsto y el actual congreso inicia el 5 de septiembre su instalación y puesta en marcha, proceso que puede incluir reformas al propio texto aprobado respetando las normas que éste establece, por supuesto, o, si se parte de fojas cero y se establecen nuevamente las instancias, instituciones y mecanismos que tendrían a su cargo la redacción de un nuevo borrador.
¿Cuál es el significado político que tendría el adoptar la decisión de seguir uno u otro camino? Responderemos a esta pregunta en una próxima próxima nota.
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