El tema de la violencia se tomó la agenda, la anterior y esta esta semana.
El diario “La Estrella” del 20 de octubre dedica varias de sus páginas principales a describir “los 17 saqueos y 51 barricadas”, expresiones de lo que denomina “triste balance del 18.0”. A modo de ilustración en su primera página muestra la imagen de un sector de la Plaza Victoria donde se visualizan los deterioros en las baldosas, jardines, y la estatua de uno de los imponentes leones, en cuya base se lee una pancarta con una frase desgarradora, dejada seguramente por alguno de los autores de los desmanes: .……. TODO SIGUE PEOR.
En la noche del mismo 18 de octubre uno de los canales que informaba sobre las acciones de violencia que estaban sucediendo en las calles de Santiago y otras ciudades, entrevista a I. Poduje, autor del libro “Las 7 Kabezas”, uno de los pocos documentos que intenta examinar, desde el punto de vista de los controladores del poder, las causas del estallido, entrevista que a modo de resumen concluye con una frase no menos desgarradora: a dos años del estallido TODO SIGUE IGUAL.
La llamada “agenda social” del gobierno, no tuvo el mismo destino del “acuerdo”, firmado el 15 de noviembre de 2019, y ………. murió en el intento. Con el tema social aún no resuelto, a dos años del estallido, sus efectos se neutralizan, en parte, con recursos de los propios trabajadores (retiros) y bonos con fecha de término.
Las respuestas políticas que el sistema ha entregado se expresarán en la vida cotidiana y la mesa del pueblo en el mediano y largo plazo. Mientras las respuestas que el sistema entregue no se traduzcan en la vida cotidiana y la mesa del pueblo nos atrevemos a señalar que expresiones de rebeldía primitiva continuarán presente en las calles.
El empoderamiento de los sectores marginados del desarrollo fue un efecto del estallido, llegó para quedarse y su presencia se hace sentir, teniendo, la rebeldía primitiva (acciones espontáneas ejecutadas por conglomerados con precarios niveles de organización) como instrumento y la calle como escenario.
Este fenómeno tiene poco o nada que ver con los actos de vandalismo ejecutados por delincuentes y narcotraficantes que actúan con un alto grado de organización y disponibilidad de recursos. Fenómeno cuya causa, por cierto, no puede sino atribuirse también al neoliberalismo.
El gobierno, responsable de llevar el neoliberalismo (aún en condiciones de pandemia) hasta las últimas consecuencias, apoyado con instituciones policiales deslegitimadas y corruptas ha sido incapaz de garantizar el orden ciudadano, limitando su acción a la militarización de la llamada macrozona sur, y a una incomprensible solicitud a los líderes políticos de la oposición a “hacer un llamado a condenar la violencia”.
Frente a lo cual conviene subrayar: sólo con discursos de líderes políticos ligados o no a la oposición no se combaten los efectos de la crisis social asociada al neoliberalismo; menos aún el impacto de las injusticias asociadas a ciclos históricos de larga data como los atribuidos al patriarcado y, por cierto, las que afectan a las minorías étnicas y pueblos originarios