Quien logre seducir a los independientes quedará mejor aspectado para enfrentar los desafíos políticos que se nos vienen.
Decíamos la semana pasada que, entre las conclusiones más gruesas que podían sacarse a partir en una lectura preliminar de los primeros resultados entregados, era el triple empate conseguido entre gobierno, oposición e independientes.
Por otro lado, la decisión del progresismo, al ir en una alianza electoral que va desde la DC hasta el PC en alcaldes; y los resultados allí conseguidos, no sólo evitó la derrota sustantiva que algunos pronosticaban, sino que, otorga crédito para enfrentar en mejores condiciones las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año.
El hecho que la alianza electoral no se plasmara también en las otras tres elecciones simultáneas que se realizaron, indica que ello no sólo no está garantizado, sino también que, no todos los incumbentes están convencidos de aquello.
Aun no alcanzan a percibir en toda su expresión lo que es obvio. En un escenario de tres tercios, mientras uno, (los independientes) no estén articulados, ni tengan relato ni liderazgo único reconocido, las elecciónes serán ganada por quien logre seducir a los independientes, y consiga entenderse mejor con las incipientes organizaciones de independientes que comienzan a aparecer.
Lo decíamos también en la publicación de la semana pasada, los resultados de la nueva elección que tendrá lugar este mes nos darán nuevas luces para sacar conclusiones
Y en ellas, aunque la presencia de los independientes es protagónica la posibilidad de convertirse en sujetos con autonomía política propia en el corto o mediano plazo es nula.
De los candidatos electos en primera vuelta en la elección de Gobernadores sólo dos son militantes de partidos de izquierda, dos independientes cercanos a partidos de izquierda y el otro independiente electo se identifica como cercano y fue apoyado por partidos de derecha.
Aunque de los 22 postulantes para ser electos gobernadores a fines de este mes en alguna de las gobernaciones restantes, más de la mitad se identifica como independiente, todos ellos son visibilizados como “cercanos” o ex de un partido, mientras que de ellos, sólo uno, Claudio Orrego, podría de tener “vuelo propio”.
Todo lo que hemos dicho acá sobre los independientes y su arrasadora inmersión en el escenario político pierde valor si, una hipotética reforma constitucional, modifica la norma que regula los sistemas de partidos y las elecciones.
Cuestión que, aunque la llave de aquello la tienen los propios partidos, la cercanía y acción mancomunada de ambos agentes, frente a la conveniencia de su presencia ante el descrédito de los políticos y sus organizaciones, registrada en las encuestas, es la garantía que impedirá su ocurrencia, al menos en el corto y mediano plazo.
En la próxima editorial se intentará responder la pregunta del millón ¿Quién ganó las elecciones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario