Llegamos a una encrucijada, el tiempo prudente se acabó y hay que tomar posición, o estás con el trabajo (pensionados) o con el capital (AFP).
Desde que ingresó el primer proyecto de reforma de pensiones al Congreso, como se dice, ha pasado demasiada agua bajo el puente, mejor dicho, ha pasado de todo.
Durante el retorno a la democracia, ningún otro tema se ha debatido por congresistas, técnicos y asesores, más que éste, enmarcado incluso, en tres proyectos de autorías gubernamentales diferentes.
Todo lo que se podía decir, y algo más, los involucrados en tomar las decisiones ya lo han dicho. Tanto es así que, hay frases y cantinelas (el 6% o nada) que las hemos escuchado de las mismas bocas miles ……. perdón millones de veces.
Lo que se esperaba tenía que pasar ya ocurrió, estamos frente a la encrucijada, demasiadas personas, literalmente murieron esperando.
Pasó el tiempo, incluso, para chistes de "completos", y enfermedades de presidentes de comisiones, hasta “las almas de los peces pueden esperar”, digo yo. Los adultos mayores no.
No puede ser que, el presidente de comisión de trabajo de la cámara (secuestrado por las AFP) emplace a una ministra gritándole que los tiempos los pone él.
“Señor Coloma, en un régimen presidencial las iniciativas y la determinación de los tiempos son atribuciones del presidente de la república, y, aun, estando secuestrado, eso se respeta”.
La frase entrecomillada sería seguramente la reacción natural de la señora ministra, si lo que estuviera en juego no fuera el envejecimiento digno y la calidad de vida de millones de personas.
Aquí no se trata de la defensa de ideas sino de la defensa de intereses, estamos en la encrucijada y es el momento que los actores se saquen la careta y develen qué y a quien defienden.
O están por contribuir a un envejecimiento digno y mejoramiento de la calidad de vida de las personas que hoy viven su tercera o cuarta edad, o están por el aumento del lucro y la riqueza de los propietarios de las AFP.
O están por apoyar a que la sociedad se haga parte y contribuya a superar, en parte, el estado de calamitosa pobreza multidimensional en que vive una fracción no menor de la sociedad, o están por perpetuar la asquerosa dimensión estructural de la inequidad social.
Hacerse cargo de aquello es hacerse cargo que, una parte no menor de compatriotas, dejen de vivir con menos de la mitad del salario mínimo. De eso estamos hablando.
Estamos en la encrucijada, el resto de éste y el próximo año son períodos de elecciones, y es inevitable, la ciudadanía querrá saber de qué lado están los candidatos, (sus partidos, y representantes en el Congreso inclusive), que "saldrán a la pizarra".
Cuando los electores acudan a las urnas, informados como corresponde, o elegirán autoridades con vocación de servicio público o elegirán mosqueteros de la defensa de los intereses del gran capital.