Uno de los efectos poco
analizados de la reciente elección
presidencial y parlamentaria es el surgimiento de una derecha que a falta de
otra imagen más ilustrativa la he caracterizado como un monstruo de cuatro
cabezas
Es así como podemos
visualizar una no despreciable derecha pinochetista que sin complejos de
ninguna especie reivindica, por un lado, lo más abominable del legado dejado por
la dictadura con la despreciable violación de los derechos humanos incluida, y
por el otro, las remozadas banderas del
racismo que los canallas del neofacismo europeo han lanzado como una bofetada
al rostro de los migrantes.En el otro extremo, aunque menos estructurada, podemos visualizar una derecha liberal que intenta ocupar el espacio dejado vacío por los tradicionales partidos de centro que han caído en franco retroceso. Una derecha que junto a las banderas del liberalismo económico rescata la agenda valórica, y está integrada en algunos casos por sectores que se incorporaron en pleno a la alianza gobernante (EVOPOLI), otros que lo apoyaron desde fuera (AMPLITUD) o merodean su entorno husmeando la presa, para, antes de comprometerse, saber “como viene la mano” ( CIUDADANOS, “PROGRESISMO CON PROGRESO”)
Ambos configuran la
marraqueta del sándwich, la membrecía viene por dentro.
En lo sustancial el
núcleo de los partidos tradicionales de derecha post dictadura creados para
negociar la transición con la lógica de los consensos sin poner en riesgo las
vigas maestras del capitalismo salvaje. O sea a imagen y semejanza de sus
mentores en el plano ideológico (los chicago boy”s, el gremialismo, el opus dei
y los legionarios de cristo)
Pero lo más novedoso
quizás sea la presencia de un nuevo sector liderado literalmente por un “patrón
de fundo” que rememora con nostalgia la vieja “fronda aristocrática”. No
representa al capital abusivo generado en el “retail”, la especulación
financiera o accionaria y la “pillería” contra el más débil, más bien abomina
de aquello y su líder lo denosta con su
discurso con voz potente y actitud de guerrero en el parlamento. Defiende a los
pobres de su feudo y alrededores, en la sociedad civil los protege con la
caridad ayudado por el “cura de mi pueblo” y las viejas pechoñas y en la
sociedad política le trabaja al populismo.
Esta última es, en mi
modesta, opinión la vertiente más peligrosa de la nueva derecha, felizmente
para la izquierda (que ha perdido lucidez y prestancia en el último tiempo) no
es desconocida, es la misma derecha con la cual
hacia la mitad del siglo pasado
administró el modelo de “economía del bienestar” desde el llamado “Estado de
compromiso”.
Más que en una acción
formidable de los sectores opositores para desplazar del poder al gobierno que
se inicia, confío en la capacidad autodestructiva de este monstruo de cuatro
cabezas defendiendo cada una intereses irreconciliables.
ALBERTO BASTÍAS CORREA
VALPARAÍSO, DICIEMBRE 2017