La
movilización estudiantil del año 2011 corresponde a una serie de
manifestaciones realizadas en todo el país por estudiantes universitarios y de
secundaria en Chile demandando un
conjunto de reivindicaciones
estructuradas en torno a la consigna educación gratuita. Han sido
consideradas como las movilizaciones más importantes desde el retorno a la
democracia, logrando convocar al mayor número de personas y son las se
prolongan por más tiempo en la historia del país.
La
cronología de paros, marchas, manifestaciones ciudadanas, tomas de
establecimientos escolares, dependencias de organismos públicos o sedes de
partidos políticos, manifestaciones y enfrentamientos callejeros con fuerzas
del orden se inician el mes de mayo y se prolongan durante todo el resto del
año. Sólo las marchas en los momentos pics de la movilización logran convocar
varios cientos de miles de personas en Santiago, sobrepasando el millón si se
consideran los movilizados simultáneamente en provincias.
La
movilización es convocada por los estudiantes de la CONFECH (organismo que
agrupa a los centros de alumnos de las universidades que reciben financiamiento
del Estado) involucrándose rápidamente las comunidades universitarias a la
cabeza de sus directivos académicos y líderes gremiales. Se incorporan e
involucran con diversos grado de adhesión seguidamente algunos Centros de
Alumnos de universidades privadas, el Colegio de Profesores, los Centros de
alumnos de de las escuelas de enseñanza secundaria más emblemáticas de todo el
país y federaciones de segundo grado que los agrupan con criterios geográficos
o identidades ideológicas, algunos Centros de Padres y organizaciones de
apoderados.
Ante
la envergadura que alcanza el movimiento se involucran en el debate en torno al
tema educativo intelectuales y organismos de generación de opinión de todo
tipo. En el transcurso del tiempo, el conflicto educacional se cruzó con otros
conflictos de carácter locales o sectoriales, ello, y el no otorgamiento de
permisos para realizar marchas por el centro de las ciudades generó coyunturas propicias para que A.
Martínez presidente de la CUT convocara a un paro nacional y Camila Vallejo (la
líder más emblemática del movimiento) convocara a un “caceroleo” motivando con
ello al conjunto de la sociedad a involucrarse en el conflicto, y a sus partidarios a expresar
activamente su simpatía y adhesión habida cuenta que encuestas cifraban en un
80% las personas que estaban de acuerdo con las demandas y apoyaban los medios
para hacerlas valer.
Las
demandas relacionadas con el logro de educación superior gratuita, el derecho a
la educación, la defensa de la educación pública y la igualdad de oportunidades
son incompatibles con la incorporación del servicio educativo al modelo
neoliberal de desarrollo. Ello explica porqué un Gobierno que lleva el
neoliberalismo en su ADN estaba inhabilitado para dar respuestas satisfactorias
a los sectores movilizados. Como tampoco puede permanecer inmóvil optado sólo
por su agotamiento espontáneo, envía un paquete de proyectos de ley orientados
a resolver parcialmente algunas de las demandas levantadas como la rebaja del
interés bancario abusivo de los créditos vigentes, otras medidas orientadas a
mitigar el sobre endeudamiento que hacía “impagables” los prestamos percibidos
y una superintendencia que supervise en el futuro la obtención de lucro y
ganancias de manera ilegal con la venta
del servicio educativo.
En
el caso de los estudiantes secundarios se repetían las demandas de la
movilización del 2006, (desmunicipalización y educación pública gratis y de calidad), las que nuevamente no
son escuchadas. Para ellos sólo se ofreció después de varios meses de paro la
incorporación a programas de recuperación puestos en marcha en lugares
alternativos para los alumnos de los establecimientos tomados que deseaban
“descolgarse”. En un acto de generosidad que los enaltece un grupo no menor de
estudiantes movilizados rechazan todas las alternativas ofrecidas por las
autoridades de Gobierno para “salvar el año”, optando por el sacrificio en
favor de las generaciones que vienen.
Una
movilización de la extensión y dimensiones de la ocurrida el año 2011 en Chile
no deja indiferente a nadie. Los efectos más importantes se manifiestan en la
dimensión política del fenómeno. Efectos que cobran mayor significación
por el hecho que el proceso se produce
en un contexto de descrédito y crisis de
representatividad de las autoridades y la institucionalidad política. Entre
ellos corresponde destacar la puesta en jaque de la hegemonía ideológica del
neoliberalismo y la incorporación al debate de la necesidad de urgentes transformaciones sociales, políticas y
económicas que rebasan la lógica de funcionamiento del modelo.
Entre
las transformaciones que el movimiento logra incorporar al debate nacional
destaca en primer lugar una reforma educacional de verdad que garantice el
derecho a una educación superior gratis y de calidad al conjunto de la
población que la demande. Para la obtención de los recursos que garanticen
aquello, una renacionalización del cobre fundada en un aumento grosero de los
royalties y una reforma tributaria que aumente la participación del capital en
la estructura tributaria. Y, finalmente para garantizar la viabilidad política
de tales transformaciones una reforma constitucional a concho que levante en
forma definitiva los enclaves autoritarios aún vigentes.
El
debilitamiento de la hegemonía ideológica del neoliberalismo y la incorporación
de nuevos temas al debate no son los
únicos cambios asociados a la dimensión política provocados por los movimientos
sociales del año 2011 acontecidos en Chile, el más importante lo constituye la
voluntad de nuevos contingentes de participar en la construcción del tipo de
sociedad a la cual quieren transitar guiados por una gamada de nuevos
dirigentes algunos de los cuales, como Camila Vallejo, alcanzan una estatura
mundial.